MI MAÑANA DE VIERNES SANTO (POR BERNARDO BARRERA BRIONES- 14 AÑOS)


Aunque mi Semana Santa comienza el Viernes de Dolores, mis sentimientos empiezan a fluir el Miércoles Santo, cuando por la tarde antes del Vía+Crucis vamos a preparar al Nazareno, para esta salida. Lo más bonito de está es que podemos observar a un Cristo Cautivo dolorido y a la vez sereno y firme.

El Jueves Santo, vamos por la tarde a pinchar los claveles, en el trono. Esa misma noche me duermo con algunas mariposas en el estómago por los nervios deseando que empiece ya la mañana del Viernes Santo.

Son las 8 de la mañana, ahora sí, ¡ya es Viernes Santo! Mis padres me levantan con un gran beso, rápidamente bajo a la cocina y desayuno muy poco por los nervios que tengo, mientras lo hago, mi madre termina de planchar el capirote, cuando termino, voy al salón y me visto, junto a mis hermanos y mis padres.

Cuando ya estamos todos vestidos, vamos a las casas de nuestros abuelos a darles un gran beso. Después, nos dirigimos a la casa de nuestra hermana mayor, donde me encuentro con amigos y familiares. Todos tenemos muchas ganas de que empiece la estación de penitencia, pero que no acabe nunca. Como es tradicional, desayuno por segunda vez, ya que cojo algún dulce de los que hay puestos en la puerta.

Antes de salir para el Calvario entro a la casa, donde siempre encuentro a María Lourdes y Encarni dando los últimos retoques a las mantillas, allí está el libro de la cofradía donde firmamos todos los que salimos en esa Estación de Penitencia.

Cada vez está más cerca nuestra salida procesional, y me coloco en el sitio que me han asignado. Cuando ya toda la Cofradía y la Banda estamos colocados, nos disponemos a subir hacia el Calvario. Al entrar por la puerta, los nervios los tengo más calmados.

Cuando ya me dan la cruz y me pongo mi cubre rostro me santiguo y rezo para que no pase nada durante la procesión. Cuando sale el Nazareno se me saltan las lágrimas al verlo otra vez salir y al ver como su cara de dolor y sufrimiento, con esa túnica púrpura y con ese trono con un mar claveles, deslumbra la mirada de todos los Nazarenos que lo acompañan a su paso.

Mientras estoy en la Estación de Penitencia, me vienen recuerdos de cuando era pequeño e iba de esclavina junto a Ana que es la que lleva el Libro de Reglas, ¡que tiempos más bonitos!. El momento que más me gusta es cuando El Nazareno entra a la Iglesia, su templo, y se posiciona frente al Santísimo. Es ahí, cuando los sentimientos y la nostalgia me invade y más cuando escucho a mi padre cantarle una saeta.

Sin darme cuenta ya estamos en “el encuentro”, momento en el que Jesús el Nazareno se encuentra con su madre, la Virgen de los Dolores y su discípulo, San Juan. ¡Ya estamos subiendo la calle Plazuela!, ¡Ay Nazareno! ¡No vayas tan rápido, que no quiero que esto se acabe!

Otros de los momentos que más me gustan del Viernes Santo es cuando estamos subiendo la calzada del Calvario y al girarme veo al Nazareno iluminado por un rayo de sol resplandeciente, como nunca nadie ha visto. Ya queda poco, muy poco y no quiero que se acabe nunca, ¡id más lentos santeros que estáis llevando en vuestros hombros a Jesús el Nazareno!.

Finalmente, cuando ya entra en el calvario, un sin fin de sentimientos y emociones resaltan en el ambiente; de alegría por haber visto al Nazareno por las calles de su pueblo, y de pena porque ya se ha acabado lo que más nos gusta a todos, la mañana de Viernes Santo.

Bernardo Barrera Briones - 14 años






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