MI MAÑANA DE VIERNES SANTO (POR ANA MARÍA BARRERA RAMÍREZ - 14 AÑOS)


Cuando nací, mis padres me hicieron Hermana de la Cofradía y desde entonces he salido todos los años con Él, siempre ha sido y será la imagen a la que más cariño le tengo.

El Jueves Santo, nos reunimos en el Calvario para ponerle los claveles al trono y dejar listos los últimos detalles, ahí es dónde te paras a pensar y te das cuenta de que en pocas horas vamos a vivir de nuevo esa sensación tan maravillosa y llena de magia ante el Nazareno.

Y ahora viene lo más esperado, EL VIERNES, este día, nos levantamos con mucho sueño, pero sobre todo con mucha ilusión ya que, sale Mi Nazareno junto con San Juan y la Virgen de los Dolores. Siempre tengo muchos nervios, me despierto y lo primero que hago es ir a la casa de mi abuela a que me dé las ropas para vestirme, y como no, nunca llego puntual, entre los nervios y las prisas porque mis padres y mis hermanos también se visten, uf; aunque casi siempre me voy con mi tita, que si está preparada a tiempo jeje.

Vamos una hora antes a la casa de la Hermana Mayor de nuestra Cofradía para prepararnos, allí se arreglan las mantillas, ponen comida para desayunar y lo que nunca falta, el libro, en este libro ponemos los nombres de las personas que salimos en la procesión.

Cuando ya estamos preparados nos dirigimos todos al Calvario y empieza la Estación de Penitencia. Una vez la procesión en marcha, no me puedo aguantar las lágrimas de ver a Mi Nazareno, saliendo del Calvario, dándole el Sol de la mañana de Viernes Santo en ese rostro, con esa ropa morada púrpura con reflejos dorados, con esas claveles rojos que resaltan su cara y todos y cada uno de los santeros que te llevan sufriendo de amor por ti.

Aunque yo no lo lleve a mis hombros, llevo su corona de espinas en el cojín, y aunque se me cansen los brazos, merece la pena.

Merece la pena porque ver a Jesús Nazareno cargando la cruz, con cara de sufrimiento y angustia es la clara imagen donde nos demuestra cuánto nos quiere, y más que un trono o una procesión, es el sentimiento, no sólo de verlo, sino de cómo lo siente cada uno, transmitiendo amor y compañía.

Uno de los momentos más importantes para mí de la procesión es cuando se juntan los tres tronos en la calle Plazuela, para realizar “El Encuentro”.

Finalmente, cuando llegamos al Calvario, los recuerdos y la nostalgia me invaden al ver a Jesús Nazareno subir la calzada, ya que me recuerda que se va a acabar el Viernes Santo, el día que he esperado con tanta ilusión.

Ana María Barrera Ramírez - 14 años




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