MI MAÑANA DE VIERNES SANTO (POR FÁTIMA GONZÁLEZ RODRIGUEZ - 15 AÑOS)


Ana Belén y Gracia Mari ya han repartido las cruces y nos han asignado nuestra posición.

(Esa que tú y yo sabemos que no vamos a respetar).

- ¡Chicos no os podéis mover de vuestro sitio! ¿está claro?

- Si, si...

- Pues, ¡Vámonos!

Entonces todo cobra sentido. No comprendo que ocurre, pero no existe ocasión en el año que pueda igualar lo que pasa.

Se me eriza la piel, un escalofrío se extiende por mis venas y teniendo por raíz el corazón, me recorre. Significa... que te he mirado.

He visto a un hombre sufriendo, mostrando plena calma y amor, observo detalladamente tu corona de espinas, las gotas de sangre que caen de tu frente entrelazándose con el sudor que desprende tu piel, la grandiosa cruz que recae sobre tu hombro y esa imponente mirada que transmite bondad como corazón con vida.

Palpitantes te llevan los santeros, entre ellos mi padre, el que me permitió verte por primera vez, el que me acompaña todos los viernes santos a estar con orgullo a tu lado.

- ¡Ya sale por la puerta! En filita y sin pararos, que viene el Nazareno.

Entonces ya sí que no puedo evitar que una lágrima resbale sobre mi mejilla al mirar tu trono, que me tiemble el cuerpo si te tengo enfrente.

Mi Nazareno y solo él. Su mañana de viernes santo, y los que la vivimos así: Sublevados ante lo que solo tú y tu mañana de viernes santo sabéis hacer.

El camino continua, ¡nos pesa la cruz, nos molesta el capirucho, hace calor, a las mantillas les duelen los pies, a los niños se les han acabado los caramelos, los farolillos se han apagado, los cojines necesitan estirar los brazos, los santeros están cansados!

Pero ahí estamos, impulsados por ti. Porque no sé qué tienes que impresiona, que marca, que deja huella.

Cuando te tengo enfrente no solo veo tu figura, nos veo a todos, a los que están y lo que se marcharon. Los que te acompañamos y los que se limitan a observar, los que hicieron y hacen que esto sea posible, veo los momentos compartidos gracias a ti, veo la debilidad y la fortaleza compaginándose, la sensibilidad y la crueldad. Veo un alma en una figura esculpida.

Fátima González Rodríguez - 15 años




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