Hoy celebramos una de las onomásticas más
importantes del santoral católico, la de San Juan Bautista.
Pese a que normalmente la Iglesia suele celebrar solo el día de la
muerte de sus santos (ya que considera que el día de la muerte en este mundo es
el nacimiento en el Paraíso), cada 24 de junio conmemoramos la venida a
este mundo de San Juan Bautista, por haber sido santificado en el seno de su
madre, Santa Isabel.
La Iglesia celebra solamente otros dos nacimientos además del de
Juan: el de Jesús, y el de María, lo que nos da una idea clara de la gran importancia que tiene en
nuestra religión.
El nombre de Juan procede del hebreo Yo-hasnam, con el
significado de "Dios es misericordioso". Otra etimología muy cercana
es la de Jo-hanan o Jo-hannes, que significa
"Dios está a mi favor".
De acuerdo con la Biblia, Juan nació de Isabel, quien era una
mujer estéril, esposa del sacerdote Zacarías, ambos ya de edad
avanzada. Al ser primo de Jesús, de acuerdo con la Biblia, preparó la
llegada de Cristo, convirtiéndose así en el último profeta en anunciar la
llegada del Salvador.
Fue voluntad divina que Isabel trajera al mundo al último profeta
anterior a Jesús, y al igual que él, San Juan recibió su nombre del arcángel
Gabriel. El arcángel se apareció a Zacarías pero éste dudó de la noticia,
razón por la que quedó mudo hasta que el niño naciera. Las escrituras cuentan
que recuperó el habla el día tras el nacimiento de su hijo, después de escribir
en un trozo de papel "se llama Juan".
Pasó 20 años viviendo en el desierto para habituarse a la soledad,
el ayuno y el silencio, y los datos apuntan a que en el año 15 durante el
imperio de Tiberio César de los Romanos, San Juan Bautista comenzó a predicar
por la región a orillas del río Jordán. Su mensaje era de conversión,
abandono del pecado y bautismo. Además, reafirmaba la venida del Mesías preparando
el camino para su llegada.
Esa identificación se hizo efectiva cuando Juan bautizó a Jesús:
“Y Juan dio testimonio diciendo: ‘He visto al Espíritu que bajaba como una
paloma del cielo y se quedaba sobre él’. Y yo no le conocía, pero el que me
envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el
Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Según se cuenta, la esposa de Herodes Antipas, Herodías, odiaba a Juan por criticar públicamente su traición a Herodes Filipo I, su ex esposo, así como el matrimonio contraído con su hermano.
En un cumpleaños de Herodes Antipas, la joven hija de Herodías,
llamada Salomé, deleitó a Antipas con un baile especial. El baile causó
tanto placer al rey que ofreció a la joven cumplir uno de sus deseos, y Salomé,
instigada por su madre, pidió que San Juan Bautista fuera decapitado y le
ofrecieran su cabeza en una bandeja de plata (Marcos 6: 21-28).
El 24 de junio es una fiesta solar, de luz y de fuego, que recoge ciertos ritos ancestrales y no católicos de la humanidad. ¿Quién no conoce alguna de las hogueras que esta noche han poblado las playas de nuestro país?
Sin embargo, la coincidencia entre el ancestral culto solar y el
nacimiento de San Juan Bautista está más que justificada, al tratarse de la
figura de un Sol menor que abre camino al gran Sol que es Cristo.
San Juan Bautista abrió las puertas del cielo a otros Juanes que aún
hoy continúan siendo vitales en nuestra religión:
San Juan Crisóstomo, uno de los más grandes oradores de todos los tiempos; San
Juan Bautista de la Salle, fundador de las Escuelas Cristianas; San Juan
de la Cruz, el poeta que divinizó el amor humano y humanizó el amor divino;
San Juan I, Papa iniciador de la serie de grandes Papas que llegó hasta
el humanísimo Juan XXIII; San Juan de Dios, fundador de los
Hermanos Hospitalarios, y así hasta ciento veinte santos.
Y a su lado, engrandeciendo aún más este nombre, la figura de San
Juan Evangelista, el discípulo predilecto de Jesús y Titular de una de las
Hermandades de Encinas Reales, a la que queremos también felicitar en estas
líneas, y cuyos hermanos conocen el afecto y consideración que les profesamos
desde nuestra Cofradía.
A día de hoy, la unión de la tradición ancestral con la tradición
religiosa hace que existan múltiples rituales que tienen la misión de atraer a
la suerte.
Saltar el fuego, quemar algún objeto viejo, pedir deseos lanzando
objetos al aire, purificar el alma saltando las olas del mar, encender velas o beber
agua de un manantial puro son los más conocidos, pero prácticamente en cada
región de España podemos celebrar esta onomástica.
Sea de la manera que sea, no te olvides de disfrutar de este día y
de felicitar a todos los Juanes y Juanas que conozcas.
¡FELIZ DÍA DE SAN JUAN!
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