Hoy es Viernes de Dolores, y aunque estamos viviendo una Semana Santa muy
extraña y particular, no queremos dejar de hablaros de aspectos relacionados
con su simbología.
La “Virgen
Dolorosa”, también conocida como “Nuestra Señora de los Dolores” o “Virgen
de los Dolores”, es una advocación mariana capaz de despertar verdaderos
sentimientos de tristeza y compasión.
Tenemos la inmensa suerte de contar en Encinas Reales con una talla magnífica,
que puede fecharse hacia el segundo tercio del siglo XVII, y que formó parte
hasta principios del siglo XX de
la Cofradía de Jesús
Nazareno, que también incluía las imágenes de San Juan y del Santo
Entierro.
Seguramente habréis observado miles de
veces el corazón que luce la Virgen de los Dolores en su pecho, o el escudo de su
Hermandad, en el que claramente se nos muestra un corazón clavado por siete puñales.
¿Pero sabéis qué refleja esa simbología?
Virgen de los Dolores de Encinas Reales (Córdoba)
Escudo de la Hermandad de la Virgen de los Dolores de Encinas Reales (Córdoba)
Y es que el símbolo de los siete
puñales clavados en un corazón es un elemento de la iconografía
mariana más que presente en nuestra Semana Santa.
Los siete puñales representan los siete
dolores de la Virgen María, que a su vez, nos refiere a los sucesos de
la vida, pasión y muerte de Jesucristo.
Estos dolores son:
1.- La profecía de Simeón, en la que se le anuncia a la Virgen que una gran espada
le atravesará el corazón.
Evangelio
de Lucas 2, 32-35
“Simeón los bendijo, y dijo a su madre María: He aquí,
este niño ha sido puesto para la caída y el levantamiento de muchos en Israel,
y para ser señal de contradicción (y una espada traspasará aun tu propia
alma) a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones”
2.- La huida a Egipto provocada por la persecución de Herodes.
Evangelio de Mateo 2, 13-15
“Después de haberse
marchado ellos, un ángel del Señor se le apareció a José en sueños, diciendo:
Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y quédate allí hasta que
yo te diga; porque Herodes va a buscar al niño para matarle. Y él,
levantándose, tomó de noche al niño y a su madre, y se trasladó a Egipto; y
estuvo allá hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor
habló por medio del profeta, diciendo: de Egipto llamé a mi hijo”
3.- Jesús perdido en el Templo de
Jerusalén durante tres días.
Evangelio de Lucas 2, 43-45
“Y al regresar ellos, después de haber pasado todos
los días de la fiesta, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran
sus padres, y suponiendo que iba en la caravana, anduvieron camino de un día, y
comenzaron a buscarle entre los familiares y conocidos.
Al no hallarle, volvieron a Jerusalén
buscándole. Y aconteció que después de tres días le hallaron en el templo,
sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Y todos los que le oían estaban asombrados de su
entendimiento y de sus respuestas.
Cuando sus padres le vieron, se quedaron maravillados;
y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has tratado de esta manera? Mira, tu
padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.
Entonces Él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no
sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre?”
4.- Encuentro de María con Jesús en el Vía
Crucis. Camino del
Calvario, la Virgen Dolorosa contempla a su divino hijo azotado, sangrante,
insultado por el pueblo, coronado de espinas y caminando hacia su muerte,
portando el leño en el que lo crucificarán.
Subiendo al Calvario la madre de Jesús y su hijo se
encuentran, en ese momento sus miradas parecen confundirse una con la otra, no
hay necesidad de mediar palabras, todo lo han dicho con solo levantar sus ojos
y mirarse. María muy bien comprende la misión que tiene su Hijo, ese que a la
vez también es el Padre, sabe todo lo que tiene que sufrir por la salvación de
los hombres. Su corazón sangra de dolor, pero calla obedientemente para seguir
los designios de Nuestro Padre Celestial.
5.- Crucifixión
y Muerte de Jesús. La Virgen Dolorosa acompaña en todo momento
la agonía del Maestro Jesús, en la cruz, incluso cuando es atravesado por la
lanza del centurión romano.
Evangelio de Juan 19, 25-39
“Y junto a la cruz de Jesús
estaban su madre, y la hermana de su madre, María, la mujer de Cleofás, y María
Magdalena.
Y cuando Jesús vio a su madre,
y al discípulo a quien Él amaba que estaba allí cerca, dijo a su madre: ¡Mujer,
he ahí tu hijo! Después dijo al discípulo: ¡He ahí tu madre! Y desde
aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa.
Después de esto, sabiendo Jesús
que todo se había ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: Tengo
sed. Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron, pues, una
esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la
boca. Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo:
¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era
el día de preparación para la Pascua, a fin de que los cuerpos no se quedaran
en la cruz el día de reposo (porque ese día de reposo era muy solemne),
pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y se los llevaran.
Fueron, pues, los soldados y
quebraron las piernas del primero, y también las del otro que había sido
crucificado con Jesús; pero cuando llegaron a Jesús, como vieron que ya
estaba muerto, no le quebraron las piernas; pero uno de los soldados le
traspasó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua. Y el
que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que
dice la verdad, para que vosotros también creáis. Porque esto sucedió para
que se cumpliera la Escritura: NO SERA QUEBRADO HUESO SUYO. Y también otra
Escritura dice: MIRARAN AL QUE TRASPASARON.
Después de estas cosas, José de
Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos,
pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato concedió el
permiso. Entonces él vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. Y Nicodemo, el
que antes había venido a Jesús de noche, vino también, trayendo una mezcla de
mirra y áloe como de cien libras”
6.- La
Piedad, el momento en el que la Virgen recibe a su hijo muerto en brazos. El
cuerpo sin vida de Jesús es desprendido de la cruz, y entregado a su madre,
lleno de espíritu divino, que creció dentro de ella.
Evangelio de Marcos 15, 45-46
“Y comprobando esto por medio
del centurión, le concedió el cuerpo a José, quién compró un lienzo de
lino, y bajándole de la cruz, le envolvió en el lienzo de lino y le puso en un
sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la
entrada del sepulcro.”
7.- La sepultura de Jesucristo. María cree que no volverá a
ver su hijo (no espera el milagro de la resurrección) e intuye que debe dejarlo
para siempre.
Evangelio de Juan 19, 40-42
“Entonces tomaron el cuerpo de
Jesús, y lo envolvieron en telas de lino con las especias aromáticas, como es
costumbre sepultar entre los judíos.
En el lugar donde fue
crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual
todavía no habían sepultado a nadie.
Por tanto, por causa del día de
la preparación de los judíos, como el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a
Jesús.”
Estos son los siete dolores que representa
la Virgen Dolorosa en su corazón clavado por siete puñales.
El nombre Dolores, cuya
onomástica celebramos hoy (viernes anterior al Viernes Santo), alude de
hecho precisamente a estos siete dolores de los que hablamos.
Las tallas procesionales suelen representar a la
Virgen María cubierta por un manto de tela color oscuro (a veces negro,
otras azul), con el rostro lleno de lágrimas y las manos normalmente sobre el
abdomen, en gesto de dolor e impotencia.
Sobre su pecho, se distingue el Inmaculado Corazón de
María, coronado por una llama y atravesado por siete puñales. En ocasiones,
el corazón es representado sangrando, pero de cualquier forma el dolor de las
heridas es innegable.
Es también muy común ver un solo puñal de
gran tamaño, hecho de orfebrería, en el pecho de muchas de nuestras dolorosas.
Ese puñal, por regla general, hace alusión expresa al cuarto dolor de la
Virgen, aquel que recuerda su encuentro con él en la Calle de la Amargura, con
la cruz a cuestas.
La
devoción a los siete dolores de la Virgen es una práctica extendida por
todo el mundo. Se dice que Santa Brígida de Suecia (1303-1373) fue participe de
una aparición mariana, donde la Virgen le solicitaba que meditara en los
dolores que acompañaron su vida terrena.
En
esta revelación, la Virgen Dolorosa manifestó a Santa Brígida que aquellos que
meditaran a diario sobre sus siete dolores (los siete puñales), acompañando
cada misterio con una Avemaría, recibiría siete gracias especiales:
·
Paz familiar
·
Revelación de los misterios divinos
·
Consuelo y protección divina
·
Cumplimiento de las gracias, que estén
dentro de la voluntad de Dios
·
Defensa en las batallas espirituales
·
Asistencia de la Virgen Dolorosa, en el
momento de su muerte
· Entrada directa al Paraíso, después de
finalizar la vida terrenal, siempre y cuando se dediquen a la difusión de esta
devoción católica.
Quizá este año tan extraño, sin pasos
procesionales en nuestras calles, sea un buen momento para iniciar estas
oraciones.
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