EL USO DEL INCIENSO


Hoy, primer Viernes de Cuaresma, os traemos a nuestro blog una nueva entrada, que podemos publicar gracias a la colaboración de Bernardo Barrera, Hermano de nuestra Cofradía, y de la que fue Hermano Mayor, Pregonero, y sigue siendo Santero, Saetero y miembro de la Junta de Gobierno.

Bernardo nos ha ilustrado acerca de una curiosidad que queremos compartiros, las distintas razones del uso del incienso en los actos litúrgicos.


Todos aquellos católicos y personas cercanas a la tradición de nuestra Semana Santa habréis podido observar sin duda, en más de una ocasión, que durante la Santa Misa u otra celebración litúrgica se utiliza "turíbulo". Es decir, ese pequeño brasero en cuyo interior se quema incienso para luego esparcir el humo aromático en un determinado lugar.


Pero, ¿qué sentido tiene? ¿Por qué razón se hace? 
Hoy conoceremos varios motivos que justifican su uso. ¡Veámoslos!

1. Aromatizar el ambiente.  En la antigüedad, el incienso se utilizaba para purificar el ambiente en aquellos lugares donde estarían o pasarían personajes importantes, como el rey o el emperador.  A causa del calor, el ambiente en un lugar podía tornarse fastidioso, por esta razón el incienso se utilizaba para “purificar” o “perfumar” el ambiente. 
Este sentido, meramente material, también podemos mencionarlo en la liturgia: el incienso se utiliza para purificar el ambiente en donde estará el Rey de Reyes. Ante la presencia eucarística, también se intenta, con el incienso, que el lugar donde se “hace presente” Jesús esté lo más purificado y limpio posible. Y el incienso cumple muy bien esa función.

2.  Sentido de misterio.
Un segundo sentido del uso del incienso es la idea de misterio. Para entenderlo mejor, recordemos lo dicho en Levítico 16, 12-13: «Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar delante del Señor  (…) y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio». Es decir, el humo del incienso cubre, en el caso de la Santa Misa, el altar con las ofrendas, esto es para recordar que la realidad va más allá de lo que vemos: vemos pan y vino, pero en realidad se trata del Cuerpo y Sangre de Cristo. 
Vemos “algo”, pero lo que no vemos es todavía más grande e inimaginable. Y el humo del incienso nos evoca esa realidad “mistérica”.

3. “Suba mi oración”. 
El Salmo 141,2 nos da una hermosa comparación entre el ascenso del humo de incienso y la elevación de las plegarias: «Suba mi oración delante de ti como el incienso». Esto viene a significar que así como el incienso esparcido en el altar durante la celebración sube, también nuestras oraciones en ese momento están subiendo hasta la presencia de Dios. Esto nos recuerda además que la Santa Misa es la perfecta oración de la Iglesia que, así como el incienso, sube hasta Dios.

4. “Olor a Cristo”.
Como ya mencionamos en el primer punto, el incienso hace “agradable” el ambiente en donde se esparce, a partir de esto podemos también recordar aquel texto de 2 Cor 2,15: “Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden”. Es decir, el buen aroma del incienso nos debe recordar que así también nosotros, como cristianos, tenemos que esparcir el “buen olor de Cristo”.

Esperamos que este nuevo post os haya resultado interesante, y os animamos a escribirnos a nuestro correo electrónico (nazarenoereales@gmail.com) para comentarnos todo lo que queráis.
Tanto si conocéis algún tipo de curiosidad que queráis que sea publicada, como si tenéis alguna duda o pregunta que podamos intentar responderos.

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