LA CORONA DE ADVIENTO: SÍMBOLO DE ESPERANZA Y PREPARACIÓN


Cada domingo de Adviento encendemos una vela que ilumina nuestro camino hacia el nacimiento del Señor.

Como es tradición en nuestro pueblo, los colores de la corona son: morado, verde, rojo y blanco. Estos colores expresan un recorrido interior que nos invita a despertar, confiar, alegrarnos y acoger a Dios. Aunque en muchos lugares se usan tres velas moradas y una rosa (Domingo de la alegría).

Aquí os detallamos un poco más el significado de cada una:

🕯️ Vela Morada – Vigilia
Simboliza el espíritu de vigilancia de este tiempo santo. El Adviento nos llama a mantenernos en vela, con el corazón atento y disponible para el Señor.
«Estad preparados».
Nos recuerda que la venida de Cristo puede sorprendernos en lo cotidiano y que debemos caminar en conversión.

🕯️ Vela Verde – Esperanza
El verde, color de vida, nos conduce a la esperanza. Nos invita a confiar en las promesas de Dios, sabiendo que Él siempre cumple su palabra y renueva lo que parecía marchito.
“El justo vivirá por la fe” (Romanos 1,17).
Esta vela nos anima a caminar con la certeza de que el Señor viene a salvarnos.

🕯️ Vela Roja – Alegría
El rojo simboliza la alegría ardiente por la cercanía del nacimiento de Jesucristo. Es la luz que nos recuerda que el Señor está a las puertas y que su presencia transforma la tristeza en gozo.
“Estad siempre alegres en el Señor” (Filipenses 4,4).
Encendemos esta vela con el corazón agradecido por tanto amor recibido.

🕯️ Vela Blanca – Presencia de Dios
El blanco es el color de la luz y la presencia divina. Esta vela nos prepara para acoger al Príncipe de la Paz, que viene a habitar entre nosotros.
“La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14,27).
Nos invita a abrir el alma para que Cristo nazca en nuestra vida y la llene de paz.

Os animamos a compartir este tiempo de Adviento con nosotros, fortaleciendo los lazos con nuestro Señor y reafirmándonos en la fe.





MILAGROS DE LA COMARCA

 

Todo lo relacionado con los milagros crea siempre una gran expectación y curiosidad. Por esta razón, hoy os detallamos alguno de los más famosos que han tenido lugar en la comarca.

Los milagros se pueden clasificar en cuatro grupos: curaciones, exorcismos, resurrección de los muertos y control sobre la naturaleza, y lo primero que debemos tener en cuenta es que, para que un suceso sea reconocido como milagro por la Iglesia Católica, se requiere un proceso de investigación riguroso que implica la participación de expertos médicos, científicos y teológicos.

Los criterios principales que deben cumplirse son: 

1. Inexplicabilidad Científica

El punto de partida es que el evento debe ser un suceso extraordinario que trasciende las leyes naturales y no puede ser explicado por la ciencia ni por la medicina actual. Para las curaciones (los milagros más comunes en procesos de canonización), esto implica: 

  • La enfermedad debe ser grave, incurable o de pronóstico muy difícil.
  • La curación debe ser instantánea o muy rápida, sin un proceso de convalecencia gradual.
  • La curación debe ser completa, perfecta y duradera (sin recaídas o reincidencias).
  • Un grupo de médicos independientes y no creyentes, si es necesario, debe examinar el caso y certificar que no hay explicación científica posible para la recuperación


2. Intercesión Divina

Debe existir una conexión clara entre el suceso inexplicable y la intercesión de Dios, generalmente invocada a través de un beato, un santo o la Virgen María. 

  • La persona que experimenta el milagro debe haber orado exclusivamente a esa persona o figura específica durante su prueba. Si se reza a varios santos, no hay una indicación clara de quién pudo haber intercedido.
  • El milagro se considera una "confirmación divina" de la santidad del individuo cuya intercesión se invoca. 


3. Proceso Formal de Investigación

El proceso es meticuloso y se desarrolla en dos etapas: 

Etapa Diocesana: La investigación inicial se realiza en la diócesis donde ocurrió el suceso. Se recogen testimonios de testigos, documentación médica y cualquier otro material relevante.

Etapa Vaticana: Todo el material se envía a la Congregación para las Causas de los Santos en el Vaticano. 

Una junta de expertos médicos examina el informe para corroborar la inexplicabilidad científica.

Si los médicos no encuentran explicación, el caso pasa a una comisión de teólogos, que estudian si hay una relación entre la curación y la intercesión.

Finalmente, una comisión de cardenales y obispos da su aprobación, y solo el Papa puede certificar oficialmente el milagro mediante un decreto. 


En resumen, la Iglesia busca un hecho que desafíe las leyes naturales conocidas y que esté directamente vinculado a la oración dirigida a una figura de santidad, considerándolo un signo trascendente de la intervención de Dios


El milagro más famoso reconocido por la Iglesia en nuestra comarca es el de Pedro Martín Pacho, en 1621, que fue sanado gracias a la intercesión de la Virgen de la Sierra de Cabra.

El Milagro de Pedro Martín Pacho (1621) 

Pedro Martín Pacho, un humilde hortelano natural de Cabra, padecía una grave enfermedad que lo había dejado tullido de pies y manos, incapacitado para valerse por sí mismo. A pesar de su condición, era un hombre de profunda fe y gran devoción a la Virgen de la Sierra.




Un día de San Juan, en junio de 1621, Martín Pacho se encontraba solo en la ermita de la Virgen, rezando con fervor, pues sus acompañantes lo habían dejado allí un momento. Mientras estaba absorto en su oración, vio con horror cómo una de las velas que iluminaban el camarín de la imagen caía, provocando un incendio que comenzaba a extenderse rápidamente.

Preso de la desesperación, el pobre hombre, consciente de su parálisis y temiendo que la amada imagen de la Virgen ardiese, sintió una inmensa impotencia al no poder moverse para sofocar las llamas o pedir ayuda, ya que nadie acudía a su llamada. En ese momento de angustia suprema, Martín Pacho clamó a la Virgen con todo su corazón, pidiéndole auxilio.

Fue entonces cuando ocurrió el prodigio. Impulsado por una fuerza inexplicable, y sintiendo que sus miembros inertes recuperaban la movilidad al instante, Martín Pacho pudo levantarse sano y salvo. Corrió hacia el fuego y, milagrosamente, el incendio se extinguió por sí solo, sin causar daño a la imagen ni a la ermita, quedando todo intacto.

El suceso causó gran conmoción en Cabra. El hecho de que un hombre tullido hacía mucho tiempo hubiera recuperado la salud de forma instantánea y, además, hubiese evitado un desastre en el santuario, fue interpretado por el pueblo como un claro milagro de la intercesión de la Virgen.

La noticia se extendió rápidamente, y las autoridades eclesiásticas, a petición del cabildo municipal, abrieron un proceso formal de investigación para verificar los hechos. Tras meses de pesquisas y la toma de declaraciones, la Iglesia reconoció oficialmente el milagro en marzo de 1622, consolidando aún más la devoción a la Virgen de la Sierra como patrona principal de Cabra.

 

En Lucena, los milagros están fuertemente ligados a la devoción de su patrona, María Santísima de Araceli. Existen varios relatos tradicionales y documentados que la fe popular considera milagrosos, si bien muchos de ellos son parte de la historia y la tradición oral. 

 

El Milagro de la Liberación de Cautivos (La Cadena del Santuario)

En tiempos donde el Mediterráneo era un mar de peligros y las costas andaluzas sufrían el azote de la piratería berberisca, un hombre de fe, natural o cercano a Lucena, se vio sumido en la más amarga de las suertes: la cautividad.

Apresado, encadenado con gruesos grilletes de hierro que dañaban sus muñecas, y lejos de su tierra, su futuro se antojaba tan sombrío como el calabozo donde penaba. Los días se sucedían monótonos y desesperantes, y la esperanza se desvanecía con cada amanecer.

Pero este hombre recordaba las historias de la Virgen de Araceli, la que habitaba en la cima de la Sierra de Aras, protectora de su pueblo y auxiliadora de los desvalidos. Noche tras noche, en la penumbra de su celda, elevaba sus plegarias, encomendándose a Ella, pidiendo por su libertad, por un milagro que rompiera las cadenas que aprisionaban su cuerpo y su alma.

Una noche, mientras suplicaba con renovado fervor, un calor inusual recorrió sus extremidades. De repente, sin explicación alguna, las pesadas argollas que unían sus grilletes se abrieron. El hierro cedió, no por la fuerza humana, sino por una intervención inexplicable y divina. Quedó libre de sus ataduras físicas, un prodigio que le permitió escapar de su cautiverio.

Lleno de gratitud y asombro, y sin olvidar la promesa que había hecho en su desesperación, el hombre emprendió un largo y peligroso viaje de vuelta a casa. No regresó con las manos vacías; cargó con las mismas cadenas y grilletes que, milagrosamente, se habían roto.

Al llegar a Lucena, subió la empinada sierra hasta el Santuario de María Santísima de Araceli. Allí, ante la imagen de la Virgen, depositó las cadenas como ofrenda y testimonio vivo de su milagrosa liberación.

Hoy, esa misma cadena cuelga en el pórtico del Santuario de Araceli como muestra de la historia de aquel hombre cuya fe fue más fuerte que el hierro, y se ha convertido en un símbolo de la Virgen como "liberadora" y protectora ante situaciones desesperadas.

 

Imagen que contiene cadena, estructuras metálicas, medallón

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La Historia de la Niña Perdida en la Sierra

La brisa de la Sierra de Aras, que usualmente traía el fresco aroma del tomillo y el romero, aquella tarde se cargó de angustia. Una niña, pequeña y curiosa, se había extraviado mientras correteaba por las faldas del monte, cerca del santuario de la Virgen de Araceli.

La noche cayó y nadie encontraba a la pequeña. Linternas y antorchas se movilizaron por la ladera. Hombres y mujeres de Lucena, con el corazón encogido, peinaron cada sendero gritando su nombre, pero solo el eco les respondía. El miedo a los peligros de la sierra, al frío de la noche, atenazaba a todos, especialmente a la familia de la niña. Las plegarias a la Patrona se multiplicaban en cada boca.

Con las primeras luces del alba, cuando la esperanza comenzaba a flaquear tras una noche de búsqueda infructuosa, un grito de alivio rompió el silencio. La niña había sido encontrada. Estaba sana y salva, sentada tranquilamente junto a unas rocas, con una serenidad impropia de quien ha pasado la noche solo en la montaña.

Corrieron hacia ella, la abrazaron, preguntando cómo había sobrevivido, si había tenido miedo, si había pasado frío. La niña, con la naturalidad de la inocencia, respondió con una simple frase que se convertiría en leyenda:

No he tenido miedo, una Señora muy guapa se quedó conmigo. Me dio su manto para que no pasara frío y me cantó canciones hasta que me dormí.

Para los vecinos de Lucena, no hubo duda. Aquella "Señora muy guapa" no era otra que María Santísima de Araceli. El relato se instaló en el corazón del pueblo, un milagro sin papeles ni actas notariales, pero vivo en la tradición oral.

La Virgen, una vez más, había extendido su manto protector sobre uno de sus hijos, demostrando que su amparo iba más allá de las paredes del santuario, velando siempre por aquellos que recurren a ella en sus oraciones.

Y tú, ¿conoces algún otro milagro o tradición parecida en nuestra comarca?
¡Te leemos!



CARLO ACUTIS, EL "INFLUENCER" DE DIOS


Desde el blog de nuestra cofradía queremos acercar la figura de un joven que, con su vida sencilla y su amor a la Eucaristía, ha inspirado a miles de personas en todo el mundo. En una época marcada por la tecnología y las redes sociales, Carlo Acutis nos recuerda que la santidad es posible también en el siglo XXI.

Carlo Acutis nació en Londres el 3 de mayo de 1991, aunque creció en Milán, Italia. Desde pequeño mostró una fe profunda y una sensibilidad especial hacia las cosas de Dios. Sus padres no eran especialmente practicantes al principio, pero su testimonio los fue transformando. Le gustaba jugar, usar el ordenador, salir con amigos... pero su prioridad siempre fue poner a Dios en el centro de su vida.

Uno de sus grandes amores fue la Eucaristía. Decía que era su "autopista hacia el Cielo” y nunca faltaba a misa diaria. Rezaba el Rosario con frecuencia y se confesaba cada semana. Lo que más sorprendía a quienes lo conocían era su alegría y su naturalidad. Hablaba de Dios sin dramatismos, con entusiasmo, como si tuviera la necesidad de compartir algo grande.

Carlo descubrió que podía unir su pasión por la informática con su fe, y que podía acercar a los chicos de su edad a la vida cristiana. Una de sus frases más famosa fue “Todos nacen originales, pero muchos mueren como fotocopias”.

Con apenas 11 años comenzó a diseñar una página web para recopilar y difundir los milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia en todo el mundo. Su objetivo: “Que todos se acerquen más a Jesús”. Esa exposición virtual fue traducida a varios idiomas y ha viajado por los cinco continentes.

En 2006, con solo 15 años, enfermó de leucemia. En medio del sufrimiento, mantuvo una serenidad admirable. Ofreció su dolor “por el Papa y por la Iglesia”. Pocas horas antes de morir dijo: “Estoy feliz, porque he vivido mi vida sin desperdiciar ni un minuto en cosas que no le agradan a Dios”, y sus últimas palabras fueron: "Mamá, no tengas miedo. Desde que Jesús se hizo hombre, la muerte se ha convertido en el paso hacia la vida, y no necesitamos huir de ella. Preparémonos para experimentar algo extraordinario en la vida eterna".

Carlo Acutis falleció el 12 de octubre de 2006 en Monza (Italia), con tan solo 15 años, dejando una huella imborrable de fe.

 

Carlo Acutis, en su visita a Toledo


LUGAR DE REPOSO Y CURIOSIDADES SOBRE SU CUERPO

Carlo pidió en vida ser enterrado en Asís, un lugar que admiraba profundamente por su relación con San Francisco, y como señal de unión espiritual con la vida pobre y entregada. Después de su muerte fue sepultado en el cementerio de Asís, pero en 2019 se exhumaron sus restos con el fin de trasladarlos al Santuario della Spogliazione (también llamado Santuario del Despojo, en Asís, ya que en ese lugar fue donde San Francisco se despojó de sus ropas ante la desaprobación de su padre), donde hoy reposan. Su corazón fue separado como reliquia y se conserva en un relicario, primero en la Basílica de San Francisco y después en la Catedral de San Rufino.

En la exhumación de 2019 se encontró con sorpresa que su cuerpo, aunque después de llevar enterrado casi 13 años tenía algunos signos lógicos de descomposición, permanecía en un estado íntegro. Es decir, no se puede afirmar que su cuerpo permaneciera completamente intacto, pero sí que conservaba todos sus órganos.

Debido a este hallazgo, se realizaron técnicas de conservación y reconstrucción para su veneración pública. Carlo viste ropa cotidiana, uno de sus vaqueros, sudadera y zapatillas deportivas, y un rosario entre sus manos.

Esa presentación acerca aún más a los jóvenes y les envía un mensaje claro: la santidad es accesible, no tiene que ver con atuendos especiales, sino con autenticidad.

Tumba de Carlo Acutis en Asís (Italia)

 

MILAGROS RECONOCIDOS Y CANONIZACIÓN

Carlo fue beatificado el 10 de octubre de 2020 en Asís, tras reconocer la Iglesia un milagro atribuido a su intercesión: la curación de un niño brasileño con un trastorno pancreático tras tocar una reliquia del joven en 2013.

En mayo de 2024 se aprobó un segundo milagro: la recuperación de una joven costarricense con un grave traumatismo craneoencefálico tras la peregrinación de su madre a la tumba de Acutis en 2022, lo que abrió la puerta a su canonización.

Finalmente fue canonizado el 7 de septiembre de 2025 por el Papa León XIV, convirtiéndose así en el primer santo de la era “millennial”.

 

REFLEXIÓN

Carlo Acutis nos deja algo muy valioso: no es que su cuerpo no haya sufrido transformaciones propias de la muerte, sino que su vida está incorrupta en sentido espiritual. Su fe, sus acciones y su amor por Dios no se han descompuesto con el tiempo. Su reciente canonización es una invitación para todos, especialmente para los jóvenes: ser santos no es cosa de otros, sino algo posible aquí y ahora.

El testimonio evangélico de Carlo no es sólo un estímulo para los adolescentes de hoy, sino que impulsa a los párrocos, sacerdotes y educadores a plantearse la validez de la formación que les dan a los chicos de nuestras comunidades parroquiales y qué hacer para que esta formación sea incisiva y eficaz.

Desde nuestra cofradía, pedimos que su intercesión nos ayude a vivir con esa urgencia de amor y entrega cotidiana, sin desperdiciar ni un minuto en lo que no aporte al Reino de Dios.

Que sintamos, como él, que la verdadera felicidad está en poner a Dios primero, y que nuestra forma de vivir, aunque sencilla, pueda ser luz para quienes nos rodean.

Santo Carlo Acutis (1991-2006)