EL ADIOS AL PAPA FRANCISCO. EL PAPA QUE QUERÍA UNA IGLESIA POBRE Y PARA LOS POBRES


El papa Francisco falleció a las 7.35 de este lunes 21 de abril de 2025, a los 88 años, en su apartamiento de la Casa Santa Marta.

El triste anuncio fue realizado por el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo del Vaticano:

“Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7.35 de esta mañana, el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino”

Las causas del fallecimiento fueron ictus cerebral, coma y colapso cardiovascular irreversible. Así lo certificó el profesor Andrea Arcangeli, director de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, en el informe de defunción publicado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El documento médico indica que el Papa tenía antecedentes de insuficiencia respiratoria aguda en neumonía bilateral multimicrobiana, bronquiectasias múltiples, hipertensión y diabetes de tipo II.

El cuerpo del Pontífice se expone a partir de hoy miércoles en la plaza de San Pedro, para el último saludo de los fieles. Francisco lleva la mitra, la sotana blanca, la casulla roja y el palio blanco. En las manos, sostiene el rosario.

 



Tras el funeral, que se ha fijado para este sábado 26 de abril a las 10h., el cónclave para elegir al nuevo Papa será en la primera semana de mayo. El calendario preciso se conocerá en los próximos días.

 

La bendición Urbi et orbi, última aparición del papa Francisco

El papa Francisco, que salió del hospital el pasado 28 de marzo tras una larga hospitalización de 37 días por una neumonía, apareció en público por última vez ayer domingo de Resurrección en la plaza de San Pedro, para impartir la tradicional bendición apostólica Urbi et orbi.

 

Vida y hechos

Jorge Mario Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936, en Buenos Aires (Argentina), de padres de ascendencia italiana. El papa, el mayor de cinco hermanos, solía evocar recuerdos entrañables de una familia unida y de cómo su abuela italiana forjó su fe.


Cuando tenía 16 años, Bergoglio tuvo una profunda experiencia durante la confesión que le convenció de que debía prepararse para el sacerdocio. Ingresó en el seminario, pero tres años más tarde empezó a formarse para ser jesuita, orden religiosa famosa por su labor misionera.

A los 21 años Bergoglio estuvo cerca de la muerte. Tuvo una infección respiratoria grave por la que debieron extirparle parte del pulmón derecho. Esto lo dejó vulnerable por el resto de su vida a las infecciones respiratorias.

Se graduó como técnico químico en la escuela secundaria, y trabajó como portero de un club nocturno y como barrendero.

Su capacidad de liderazgo fue reconocida y en 1973, a la temprana edad de 36 años, fue nombrado jefe de la orden jesuita en Argentina, cargo que ocuparía hasta 1979.



En 1992, Bergoglio fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires y, cinco años más tarde, arzobispo. Tomaba regularmente el metro para visitar las zonas más pobres de la ciudad, vivía en un apartamento sencillo en lugar del palacio arzobispal y convirtió el despacho señorial de su predecesor en un almacén de alimentos y ropa para los pobres.

 


 

El papa Juan Pablo II lo nombró cardenal en 2001 y asumió cargos en la Curia, el organismo que supervisa el funcionamiento de la Iglesia católica. Aunque tendía a evitar Roma, Bergoglio empezó a llamar la atención de sus compañeros cardenales y fue considerado candidato a suceder a Juan Pablo II en el cónclave de 2005. Sin embargo, según se cuenta, retiró su candidatura para no prolongar la elección.

Tras la sorprendente dimisión del papa Benedicto XVI, durante el cónclave de 2013, el entonces cardenal Bergoglio, de 76 años, ya no era uno de los principales candidatos al papado.

Pero durante las reuniones previas al cónclave, pronunció un discurso electrizante en el que advertía que una Iglesia que se encierra en sí misma se vuelve enferma y narcisista. Su humildad, su estilo de vida sencillo y su cercanía a los marginados de la sociedad también le sumaron apoyos.

Cuando fue elegido Papa, el cardenal que estaba a su lado, Claudio Hummes, de Brasil, le abrazó y le dijo: “No te olvides de los pobres”. Más tarde dijo que las palabras de Hummes le inspiraron a tomar el nombre de Francisco.

  



 

Rechazó las galas papales, optando por unos sencillos zapatos negros y la misma cruz pectoral y anillo de plata que había usado como arzobispo de Buenos Aires. Más tarde, instalaría en el Vaticano dormitorios, duchas y una barbería para los sin techo.

Había comenzado una nueva era de sencillez papal y mucho se esperaba del nuevo Papa.

Pero había un problema: Bergoglio fue elegido con 76 años, uno más de lo que suelen tener los obispos cuando se retiran. Muchos, incluido él mismo, creían que el suyo sería un papado corto.

Jorge Mario Bergoglio fue elegido papa el 13 de marzo de 2013, adoptando el nombre de Francisco en agradecimiento a San Francisco de Asís, el santo de la pobreza, la paz y la humildad.

Se convirtió así en el 266º papa de la historia de la Iglesia católica, el primero no europeo desde la muerte de Gregorio III en el año 741. Fue el primer papa latinoamericano, el primer papa del hemisferio sur, el primer jesuita elegido líder de la Iglesia católica y el primero en llamarse a sí mismo Francisco.

Su lema para su Pontificado fue: Miserando atque eligendo (“Lo miró con misericordia y lo eligió”).

Antes de asumir el cargo, nunca había vivido ni trabajado en Roma, pero subió al trono de San Pedro decidido a cambiarlo.


Será recordado como un líder con sensibilidad pastoral que trató de reconectar a la Iglesia con lo esencial de la fe cristiana.

Al asumir su mandato, decidió recibir a sus cardenales de manera informal y de pie, en lugar de sentarse en el trono, rechazó la limusina papal e insistió en compartir el autobús que llevó a otros cardenales de regreso a casa.

"Me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres", remarcó.

Creía que cualquier otra cosa sería vanidad.

"Mira el pavo real", dijo, "es hermoso si lo miras de frente. Pero si lo miras desde atrás, descubres la verdad".

La defensa del planeta, la difícil situación de los inmigrantes y la construcción de la paz a través del diálogo fueron los pilares de su papado, e intentó vivir su visión de una Iglesia más humilde, optando por no residir en el Palacio Apostólico del Vaticano, sino en su casa de huéspedes, la Casa Santa Marta.

"Pocos saben que los miércoles, cuando tenía la audiencia general, y los domingos, cuando rezaba el Ángelus, él almorzaba en el comedor de Santa Marta”, comentaban fuentes cercanas al Vaticano. "Pero no iba a la misma hora que almorzaban todos los prelados, sino una hora antes, con los mozos y los cocineros, y él mismo se servía su comida, como si fueran una familia”.

La noche de su elección, el papa Francisco marcó el tono de su pontificado.

Recemos por el mundo entero, para que haya un gran espíritu de fraternidad”, dijo desde el balcón de la Basílica de San Pedro.

Se mantuvo fiel a esas palabras, animando a todas las personas, independientemente de su religión o raza, a recordar su humanidad común. Francisco fue un constructor de puentes, tratando de trabajar con todas las religiones y confesiones.


Nos acostumbró rápidamente a sus discursos improvisados en las audiencias, sus conferencias de prensa desenfadadas en la parte trasera de su avión papal y su lenguaje directo.

Desde el principio, Francisco insistió en que quería una iglesia “magullada, herida y sucia” por estar en la calle, en lugar de una que se hubiera vuelto “malsana por estar confinada” y “aferrada a su propia seguridad”. El manifiesto de su papado, recogido en el documento “Evangelii Gaudium” (“La alegría del evangelio”), advertía contra el hecho de que la Iglesia siguiera atada a estructuras y costumbres anticuadas o utilizara normas para convertir a los creyentes en “jueces severos”.


En 2023, el papa autorizó la bendición de parejas del mismo sexo, una decisión histórica que suscitó reacciones contrapuestas.

“Nadie se escandaliza si doy la bendición a un empresario que quizá explota a la gente: y eso es un pecado gravísimo. Mientras que se escandalizan si se la doy a un homosexual… ¡Esto es hipocresía!”.

Su insistencia en que las personas LGBTQ+ son “hijos de Dios” y bienvenidas en la Iglesia contribuyó en cierta medida a curar el dolor que muchos católicos homosexuales sentían tras el duro trato recibido en el pasado.

Según Francisco, "la Iglesia no tiene las puertas cerradas a nadie", y no debe entrometerse en la vida personal, porque "Dios en la creación nos ha hecho libres".

Y quizás una de las frases más impactantes de su papado fue: "Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?", refiriéndose en concreto a los sacerdotes homosexuales, pero también a todas las personas de la comunidad LGBT+ en general.

Durante la pandemia de coronavirus, Francisco comenzó a retransmitir en directo sus servicios, incluidas sus misas matutinas, las que se calcula que veían unas 500.000 personas al día.

Francisco comprendió que una imagen potente puede expresar más que mil palabras. Al principio de la pandemia, cuando en todo el mundo había gente encerrada, salió a una Plaza de San Pedro desierta. Mientras llovía, dirigió una breve misa y, al final, levantó una custodia de oro y bendijo al mundo. Fue una de las imágenes más perdurables de la pandemia del covid-19.


El Papa tuvo constantes acercamientos a otras religiones, incluyendo encuentros históricos con líderes del Islam y del judaísmo.

"Tanto para el judío como para el cristiano, no hay duda de que el amor a Dios y al prójimo resume todos los mandamientos. Por lo tanto, judíos y cristianos deben sentirse hermanos y hermanas, unidos por el mismo Dios", escribió en el prefacio del libro "La Biblia de la Amistad. Pasajes de la Torá / Pentateuco comentadas por judíos y cristianos".

En lo que respecta a los distintos cultos cristianos, Francisco hizo grandes esfuerzos para sanar las brechas. Logró un acercamiento histórico con la Iglesia Ortodoxa Oriental y trabajó con anglicanos, luteranos y metodistas.


Durante todo su Pontificado el papa Francisco confesó que llegaba de las periferias para servir a la Iglesia y a la humanidad. Deseó “una Iglesia pobre y para los pobres”. Y en multitud de ocasiones, desde la primera vez que impartió la Bendición apostólica Urbi et Orbi, desde el balcón de la Basílica de San Pedro, pidió: “por favor, no se olviden de rezar por mí”.


Ahora en estos momentos dolorosos, desde la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Encinas Reales, pedimos al Señor por su descanso eterno y mostramos nuestro agradecimiento por su vida puesta al servicio de la Iglesia.

Nos unimos en oración, a todo el Pueblo de Dios, con la esperanza en la resurrección.




Testamento del papa Francisco

La Santa Sede hizo público el testamento del papa Francisco:

 

Miserando atque Eligendo

En el Nombre de la Santísima Trinidad. Amén.

Sintiendo que se acerca el ocaso de mi vida terrena y con viva esperanza en la Vida Eterna, deseo expresar mi voluntad testamentaria únicamente en lo que respecta al lugar de mi sepultura.

He confiado siempre mi vida y el ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestro Señor, María Santísima. Por ello, pido que mis restos mortales reposen, en espera del día de la resurrección, en la Basílica Papal de Santa María la Mayor.

Deseo que mi último viaje terrenal concluya precisamente en este antiquísimo santuario mariano, al que acudía en oración al inicio y al final de cada Viaje Apostólico para confiar con esperanza mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle su dócil y maternal cuidado.

Solicito que mi tumba sea preparada en el nicho de la nave lateral, entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la mencionada Basílica Papal, como se indica en el anexo adjunto.

El sepulcro debe estar en tierra; simple, sin adornos especiales y con la única inscripción: Franciscus.

Los gastos para la preparación de mi sepultura serán cubiertos con la suma del benefactor que he dispuesto transferir a la Basílica Papal de Santa María la Mayor, y sobre la cual he dado instrucciones oportunas a Mons. Rolandas Makrickas, Comisario Extraordinario del Capítulo Liberiano.

Que el Señor otorgue la merecida recompensa a quienes me han amado y continúen rezando por mí. Ofrezco al Señor el sufrimiento que se ha hecho presente en la última parte de mi vida por la paz en el mundo y la fraternidad entre los pueblos.

Santa Marta, 29 de junio de 2022.

FRANCISCO


¡Gracias, papa Francisco!

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