LA LEYENDA DEL CRISTO DE VEGA



Siguiendo en la línea de los últimos post que os hemos presentado, hoy queremos acercaros a otra leyenda, a modo de curiosidad, de uno de los pasos más llamativos de los que procesionan en España durante la Semana Santa.

El Cristo de la Vega se trata de un crucificado cuya Estación de Penitencia, en Viernes Santo, recorre las calles de Toledo y cuenta con miles de devotos.

La particularidad reside, a la vista está, en que no sigue un patrón iconográfico clásico, y es el único crucificado conocido que se nos presenta con un brazo completamente caído del “patíbulum” (que como ya os contamos en otro de nuestros post, es el lado corto de la Cruz).
                                   
                                                                    Cristo de la Vega (Toledo)

Lo primero que cabría pensar es que se trata de una patología que ha sufrido la escultura desde su creación, pero no es así, realmente la figura está esculpida en esta posición tan curiosa.

Se cree que pudo formar parte de un grupo escultórico de un Descendimiento, de autor desconocido, del que no se conservan imágenes.
Según el historiador toledano Francisco de Pisa, esta figura ya se encontraba en la basílica visigoda de Santa Leocadia en el año 1554, y ya desde estas fechas, este Crucificado estaba acompañado de un marcado matiz legendario y místico.

Varias leyendas circulan sobre el Cristo de la Vega y, aunque los personajes difieran, en todas ellas el Cristo es puesto por testigo y milagrosamente responde, indicando con su brazo la verdad.

Tanto Salazar de Mendoza en 1618, como el padre Antonio de Quintadueñas en 1651, se hacen eco de las primeras de las leyendas atribuidas al Cristo de la Vega, señalando este último que “En el altar mayor de la iglesia vi y adoré la imagen de bulto de Cristo Nuestro Señor. Estatura grande y caído el brazo derecho, demostración que afirman algunos haber sucedido en ocasión que negando un judío cierta cantidad de maravedís a un cristiano, poniendo al Santo Cristo por testigo, derribó el brazo, dando a entender trataba verdad el cristiano y luego se convirtió el judío”.

A esta historia, Sixto Ramón Parro añade en su libro “Toledo en la mano” otra leyenda referida a “dos caballeros que sostuvieron un duelo junto a las tapias de esta ermita, y habiendo caído el que injustamente le provocara, su rival le alzó del suelo y le perdonó la vida, entrándose en seguida a orar ante el Santo Cristo, que bajó el brazo en señal de aprobación por su noble comportamiento”.

Sin embargo, la leyenda más popular que rodea al Cristo de la Vega es la historia del caballero y la doncella que José de Zorrilla recogió en “A buen juez, mejor testigo” (1838).
El poeta y dramaturgo vallisoletano contaba los amores de Diego Martínez con Inés de Vargas, a la que juró ante el Cristo de la Vega que se casaría con ella cuando regresara de la guerra en Flandes. La joven esperó durante tres años al soldado y cuando al fin le vio regresar, salió corriendo en su encuentro. Diego, que volvió convertido en Capitán “tan galán como altanero”, renegó de la joven y de su juramento.

Desesperada, Inés pidió la intercesión del gobernador de Toledo, don Pedro Ruiz de Alarcón y viendo cómo Diego mentía, presentó como testigo al Cristo de la Vega ante el asombro de todos.
Hasta la iglesia acudió el tribunal en pleno, Inés y Diego, junto a una multitud de curiosos y ante la imagen preguntó el gobernador: “Jesús, Hijo de María, ante nos esta mañana citado como testigo por boca de Inés de Vargas, ¿juráis ser cierto que un día a vuestras divinas plantas juró a Inés Diego Martínez por su mujer desposarla?”.
Zorrilla, en este momento, describe que “asida a un brazo desnudo una mano atarazada vino a posar en los autos la seca y hendida palma, y allá en los aires “¡Sí juro!”, clamó una voz más que humana. Cuando la multitud alzó la vista, vio a la imagen con los labios abiertos y una mano desclavada”, concluye la leyenda.


                                                               Cristo de la Vega (Toledo)

El relato del Cristo jurando públicamente por la palabra de Inés de Vargas fue muy popular en los primeros años del siglo XX.
El pintor Luis Menéndez Pidal representó la escena en un cuadro que ganó una medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890Ricardo Villa estrenó en 1915 una zarzuela basada en la leyenda y en 1925 fue llevada al cine por Federico Deán Sánchez con el Barón de Kardy en el papel de Diego Martínez, aunque no llegó a ser exhibida comercialmente.

Adolfo Aznar recuperaría “El milagro del Cristo de la Vega” para el cine en 1940, reforzando la difusión de la leyenda.

De la imagen original del Cristo de la Vega solo se conserva la cabeza, en el convento de San Antonio. Las tropas napoleónicas destruyeron la basílica y quemaron la imagen durante la Guerra de la Independencia (1808-1814).
“La imagen que hoy se ve fue hecha a imitación de la primitiva, a la que, según el voto de algunos ancianos que la conocieron, es en un todo igual”, apuntaba el poeta Gustavo Adolfo Bécquer en su “Historia de los templos de España”.

Esta segunda imagen fue destrozada durante la Guerra Civil.
Según escribió Enrique Vera en 1938, “se encontró diseminada y rota en cuarenta y ocho pedazos y brutalmente golpeada”.
Bienvenido Villaverde restauró el Cristo que actualmente procesiona en Toledo cada Viernes Santo y los siete viernes comprendidos entre la Pascua de Resurrección y Pentecostés en conmemoración de las Siete Palabras que Jesús pronunció en la Cruz.
Son los famosos reviernes en los que los toledanos vuelven a orar ante el Cristo de la Vega.

 Cristo de la Vega (Toledo)

Sea como fuere, está claro que el Cristo de la Vega se trata de una figura curiosa y muy particular, cuya leyenda merece la pena conocer.


Es importante que estas historias nunca queden en el olvido, ¿no os parece?



No hay comentarios:

Publicar un comentario